D1. f. Cuarta letra del abecedario español, y
cuarta del orden latino internacional, que representa un fonema consonántico
dental y sonoro. Su nombre es de.
2. f. Letra numeral romana, que, generalmente mayúscula, tiene el valor de 500.
• FON. La consonante dental sonora conoce en español dos modalidades: la oclusiva y la fricativa. La oclusiva se da en posición inicial absoluta o al anteponérsele n o l; la fricativa se da en toda posición que no sea inicial absoluta o que no vaya precedida de n o l.
• LING. Su forma triangular deriva del nombre fenicio de la letra delt («hoja de puerta»), entendida como «trozo de piel que cierra la entrada de una tienda». La forma redondeada de la D latina indica un préstamo de los alfabetos griegos occidentales. Las escrituras cursivas de los tres primeros siglos d.J.C. revelan el giro hacia la derecha que sufrió entonces la escritura latina. A fines del s. III, las «minúsculas primitivas», o «semiunciales», estabilizaron estas formas, que fueron adoptadas por las escrituras documentales latinas y «bárbaras». En el s. VIII, la carolina escogió la forma minúscula. En el s. XII, la escritura gótica reintrodujo las formas unciales, eliminadas definitivamente por las escrituras «humanísticas»
2. f. Letra numeral romana, que, generalmente mayúscula, tiene el valor de 500.
• FON. La consonante dental sonora conoce en español dos modalidades: la oclusiva y la fricativa. La oclusiva se da en posición inicial absoluta o al anteponérsele n o l; la fricativa se da en toda posición que no sea inicial absoluta o que no vaya precedida de n o l.
• LING. Su forma triangular deriva del nombre fenicio de la letra delt («hoja de puerta»), entendida como «trozo de piel que cierra la entrada de una tienda». La forma redondeada de la D latina indica un préstamo de los alfabetos griegos occidentales. Las escrituras cursivas de los tres primeros siglos d.J.C. revelan el giro hacia la derecha que sufrió entonces la escritura latina. A fines del s. III, las «minúsculas primitivas», o «semiunciales», estabilizaron estas formas, que fueron adoptadas por las escrituras documentales latinas y «bárbaras». En el s. VIII, la carolina escogió la forma minúscula. En el s. XII, la escritura gótica reintrodujo las formas unciales, eliminadas definitivamente por las escrituras «humanísticas»
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