Instituto Dr Ramon Rosa

Instituto Dr Ramon Rosa
Consejo De Personal Docente
Llevando Mas De La Educacion a Honduras C.A

miércoles, 12 de septiembre de 2012

"B"


B,. f. Segunda letra del abecedario español y del orden latino internacional, que representa un fonema consonántico labial y sonoro. Su nombre es be, be alta o be larga; es oclusiva en posición inicial o detrás de una nasal, y fricativa en las demás posiciones.

ORIGEN - Es la primera letra de la palabra bayit, que en hebreo y en el lenguaje protosemítico, significa ‘casa’, de donde la forma primitiva , que al ser tumbada originó la ß/B griega y las latinas b/B. El hebreo prefirió el símbolo beth, ?, que figuradamente significa “lumbre, chimenea”, una cavidad abierta, la de la casa o la del fuego de hogar. Por ello adquiere un significado netamente femenino: “cavidad, abrigo, intimidad, familia, pareja casada”.

• LING. La B capital romana deriva del alfabeto griego occidental, que, a su vez, la tomó del fenicio. Su origen parece remontarse a un carácter egipcio que significa «pierna» o a la bet del alfabeto hebreo, que significa «casa» o «tienda». La forma capital clásica fue fijada en el s. III a.J.C. En sus formas capital y minúscula, sólo ha sufrido modificaciones de detalle en la Edad Media. Desde 1470, los impresores adoptaron las formas carolingias, junto con las «góticas» y las «bastardas». Las formas manuscritas modernas se remontan a la «cursiva humanística».

-- Representa un sonido de articulación bilabial sonora, y oclusiva cuando va en posición inicial absoluta o después de nasal, como en bien, ambos; en cualquier otra posición es, por lo general, fricativa, como en lobo, árbol, sobre, etc.
b: bilabial.
b: bilabial-oclusiva.
b: descripción de su articulación.
b: ensordecimiento de la b.
b: fricativa alargada.
b: modificaciones de su sonoridad.
b: procedente de p.
b: pronunciación de la b en los grupos ó
b: relajada.
b: sonora
b: sonoridad.
b: su uso en relación con la oclusiva b
b: tensión.
b: Uso de la b
1. En las combinaciones bl, br y mb como, por ejemplo, en las palabras: oblea, blanco, ebrio, broma, combate y embajada.
2. En la partícula aba con la que se construye el pretérito imperfecto de los verbos regulares de 10 conjugación, terminados en AR. Por ejemplo, de amar, amabas; de conversar, conversábamos.
3. En los verbos terminado en bir, aber y eber, como, por ejemplo, recibir, caber y deber; y en sus conjugaciones correspondientes, por ejemplo, recibo, cabía y debemos. Son excepción a esta regla los verbos hervir, servir, vivir y precaver.
4. En las palabras que comienzan por bu, bur, bus, como, por ejemplo, bueno, burdo y búsqueda.
5. En las palabras que comienzan por ab, sub, y ob, seguidas de consonante, como absurdo, subsidio y obtener.
6. En las palabras terminadas en bilidad, bundo y bunda. Por ejemplo, responsabilidad, abunda y vagabundo. Se exceptúan las palabras civilidad y movilidad.
7. Antes de la combinación ui, como en las palabras atribuir y buitre.
8. En las mayoría de los sustantivos que llevan el sonido abo, como abogado, abono y nabo. Se exceptúan, entre otras, pavo, clavo y esclavo.
 

"A"


A,  1. f. Primera letra del abecedario español y del orden latino internacional, que representa un fonema vocálico abierto y central.

2. f. Fil. Signo de la proposición universal afirmativa. Pronúnciase con los labios más abiertos que en las demás vocales y con la lengua extendida en el hueco de la mandíbula inferior y un poco elevada por la mitad del dorso hacia el centro del paladar. Su sonido tiene de ordinario un timbre medio, ni palatal ni velar.

ORIGEN - En el alfabeto proto-sinaítico la palabra alef significa ‘buey’, y los símbolos en que deriva en otros alfabetos se caracterizan por la constante presencia en el símbolo de los cuernos del animal: , tanto en posición derecha como tumbada o invertida. Esto ocurre tanto en el hebreo, ? (álef), como en el griego, a/A (alfa), y posteriormente en el latino, a/A (obsérvese que la minúscula no es más que una forma cursiva de escribir la mayúscula). Del significado abstracto inicial, “fuerza”, derivan los de “ser humano, inicio, posibilidad”.

FON. Presenta ciertas variedades en español. La media es la a normal. Seguida de ch, ll, ñ o y, o formando el diptongo ai, adquiere un timbre palatal, pero apenas se diferencia de la anterior. Ante j o g, l o las vocales o y u, adquiere un timbre velar. También hay una nasal, perceptible sobre todo entre dos consonantes nasales y muy apreciable en dialectos como el chileno o el andaluz. Por último, una relajada, en posición final o entre sílabas acentuadas.

LING. La letra A procede del alfabeto romano, que la tomó de los alfabetos griegos occidentales. Las formas más antiguas de esta letra, quizá tomadas del egipcio hierático, se remontan a los ss. XIII-XI a.J.C. y corresponden más o menos a una cabeza de buey con sus cuernos (su nombre fenicio alf -hebreo alef- significa precisamente buey). Con el tiempo, se han regularizado las formas primitivas latinas. Otra forma de la letra, procedente de cursivas, fue adoptada durante el s. I a.J.C.: es el prototipo de la minúscula carolina que los humanistas introdujeron en la escritura de los libros y que los impresores italianos y parisienses utilizaron desde 1470.

-- *La a primitiva subsiste ordinariamente en castellano, aun en aquellos casos en que ha degenerado, por perifonía en e, en los textos del antiguo alemán; v. gr.: albergue (harjis), escanciar (skenkan)
-- *Fonéticamente posee gran variedad de matices, pues, por influencia de los sonidos vecinos adquiere a veces un timbre palatal o velar; en posición inacentuada tiende a relajarse ligeramente
-- *Es el nombre de la primera letra de los alfabetos latino y español y del fonema vocálico central que dicha letra representa. Esta vocal se pronuncia con mayor abertura maxilar y labial y sin la elevación de lengua con que se pronuncian las demás vocales. Su timbre es intermedio en la serie vocálica. Por influencia de los sonidos vecinos adquiere a veces un timbre más o menos palatal o velar; en posición inacentuada tiende a relajarse ligeramente.
-- *Vocal fundamental de la lengua protoaria, anterior a la distinción entre las familias aria y semítica. Por su forma, deriva del fenicio que, a su vez, la tomó de los jeroglíficos egipcios, probablemente de la escritura hierática. El caracter de aspirada que tenía entre los fenicios, pasó igualmente a los hebreos y árabes; en sánscrito y persa, las aes breve y larga predominan en grado extraordinario. Figura a la cabeza de los alfabetos a excepción del etíope o abisinio, en el que ocupa el decimoter¬cer lugar. En armenio es la inicial de una séptima parte de las palabras. La duodécima parte de las palabras derivadas del latín empiezan por esta vocal y es una de las finales más comunes en las lenguas del sur de Europa, así como en las lenguas rusa y eslava.
-- *Desde una perspectiva de la lengua se realiza como central (vocalismo central, punto de articulación central), sonoro (oral), y el timbre o modo de articulación bajo (abierto o grave). Dis¬tancia entre la lengua y el paladar: máxima. A diferencia de las demás vocales, no requiere la menor contrac¬ción de los órganos bucales; en ninguna otra vocal se abren tanto los labios; su sonido ofrece sus gradaciones, variando según su duración, acento silábico, articulaciones y entonación de la frase.
-- *En castellano se halla a menudo antepuesta:
1. Por eufonía delante de y; v. gr.: aya, ayer, ayunar.
2. Delante de muchos substantivos, donde recuerda el artículo árabe; v. gr.: abedul, alerce, arruga, avispa, azufre.
3. En muchos verbos, donde no tiene el sentido de la partícula ad; v. gr.: aconsejar, amenazar, arrepentirse, atajar.
-- *En alemán, la a germánica antigua es a un tiempo de la equivalente de la a y o griegas y latinas. Se pronuncia aproximadamente como en español, pero conviene distinguir entre la a larga de la a breve; v. gr.: Aa, aa, ah, se pronuncian siempre como una a larga. La Ä, ä, tanto si es larga como breve tiene el sonido de la e abierta (ae). La gótica ê, que corresponde al antigüo alto alemán â, no ha penetrado en el castellano.
-- *En catalán, la a ofrece varios matices de fonética: la tónica se pronuncia como en las demás lenguas neolatinas; la pretónica algo apagada, mucho más si dista dos o más lugares del acento tónico; esta atenuación de sonido se hace mas sensible cuando es postónica, sobre todo si es final de palabra y en este caso adquiere el sonido de la e semimuda francesa, marcadamente en la provincia de Lleida y en Valencia.
-- *En esperanto, cada sonido tiene una sóla representación escrita y cada letra posee un sonido distinto e invariable; su pronunciación es rigurosamente fonética. La a que termina una palabra no forma nunca sinalefa con la vocal con que empiece la palabra siguiente; añadida a una raíz cualquiera forma su adjetivo (patro, padre; patra, paternal); ant y at constituyen respectiva¬mente las terminaciones de los tres participios activos y pasivos.
-- *En francés, se deriva, la más de las veces, de la a latina tónica seguida de consonante, debiendo distinguirse entre breve (transc. a, pa; ejem.: nouveau) y larga (transc. aa, paa; ejem.: donner), y de esta última entre abierta y cerrada. La *a. abierta se transcribe a, à y ä. Sin acento se pronuncia como en castella¬no y con acento se alarga el sonido.
-- *En griego: alfa. De trazo y nombre genuinamente fenicios, presenta modalidades según los diversos alfabetos regionales, eolo-dórico, de las islas, ático o jónico. Su parentesco con la a etrusca y romana primitiva es evidente por razón de la comu¬nidad de origen de sus respectivos alfabetos, cuya semejanza se revela en el número, forma y valor fonético de las letras. La forma primitiva, así griega como romana, era la mayúscula, con pocas líneas curvas; era la letra monumental o capital. Después aparecía la uncial, redondeada y cómoda, y la cursiva que va atada a las demás. Más tarde se empleó la rústica, caracterizada por sus rasgos verticales muy delgados en contraposición al travesaño. De los griegos provino su valor de vocal primera, que conservaron también los judíos para su álef. La a griega equivalente, por regla general, de la a latina, se convierte en determinados casos, en e (epsilón) u o (omicrón) por ley de atenuación fónica del vocablo. La a larga se observa claramente en los dialéctos eólico y dórico; el grupo jónico la confunde con la e (heta), cosa que ocurre asimismo en el dialecto ático, si bien de una manera no tan absoluta.
-- *En hebreo: álef o aleph, símbolo de buey, de donde deriva, al parecer porque el signo ideográfico original, toscamente representativo de la cabeza de dicho rumiante. Una de las tres letras madres, perteneciente al grupo de las letras débiles. Tiene esta letra en la lengua hebrea, la significación ideográfica de prioridad, creación, jefatura; unida a cualquier otra palabra le comunica esta idea. En la pronunciación española la alef es muda y por eso se omite en la transliteración. Es gutural y no puede ser redoblada. Cuando está acentuada por un ségol, o de un sheva ségol, alef se pronuncia como *é.. Al puntualizarse mediante un tsére, se pronuncia como ê, como indica en la partícula êth, que expresa el acusativo. Si está subrayada por medio de un pataj, y también por un qamés, o por un sheva pataj, se pronuncia como a. Si se le superpone un jirik (hiriq), se pronuncia como o. Subrayada por esta misma vocal, se pronuncia como i. Con un kibutz se pronuncia como ou (u). Al no encontrarse puntualizada será muda. Tiene el valor numérico de uno (1). Corresponde al plano cabalístico de los arquetipos. Sentido ontológico: Espíritu Creador.
-- *En inglés, como tal a, tiene en rigor cuatro sonidos, diferenciables en las palabras cat, art, car, ask; estos tres últimos son casi iguales a la a española y con ella se transcriben en la pronunciación figurada. El sonido de la a en cat se expresa en ocasiones con ä. Cuando la a es larga, por estar en sílaba abierta, su sonido es equivalente al español éi, con la i muy breve y como fugitiva. En sílaba abierta seguida de r y e muda, la a se pronuncia ee, siendo la primera como en español y la segunda igual pero obscurecida. Seguida de l o ll (salt, ball), suena en muchos casos (no siempre) como la o castellana; también se pronuncia muchas veces como o detrás de qu o de w (quarter, water). Finalmente tiene el sonido de i breve, en las ter¬minaciones átonas: -age, -ate; ao suena a veces como e; estas dos vocales escritas juntas como en el diptongo latino ae suenan como i. El diptongo ai se pronuncia en general como ei, con la i más o menos fugitiva; otras veces suena como ai, y seguido de r en sílaba cerrada, se pronuncia ee, como se ha dicho anterior¬mente. au en general, se pronuncia como la o española; pero en ocasiones tiene el sonido de la a española y alguna vez el de la ei; aw suena siempre como o; ay se pronuncia como ei, con la i fugitiva.
-- *En polaco, la a con cedilla es de sonido nasal.
-- *En portugués, la a sin acento (sorda) suena según los casos, natural, abierta, débil o cerrada; la a con tilde (~), el sonido (an) es nasal y largo; con acento agudo es abierta. Antes de n y m es nasal.
-- *En ruso, tiene el sonido de la e francesa.
-- *En sueco, aparte de la ä con diéresis o crema, disponen de la que lleva un cerito encima å, que suena como o castellana u o abierta francesa.

a: acentuada
Vocal con acento de intensidad, distinguiéndola de las demás por una mayor intensidad o por un tono más alto; v. gr.: dirÁ
Terminación aguda en la lengua antillana, que por lo general indica acción: de macana, macaná, acto de golpear.
a: débil
Se pronuncia con menor tensión muscular, en el lenguaje corriente, en posición final o entre sílabas acentuadas ( cántAro, aguA), emitiendo la voz con la boca regularmente abierta, la lengua algo pegada a los dientes inferiores. Se nota en sílaba abierta pretó¬nica o postónica, en un lenguaje coloquial.
S? a: relajada.
a: larga
La perceptible porque el velo del paladar baja para permitir el paso del aire, en parte, por la nariz; tiene plena intensidad en dialectos semíticos; v. gr.: palA Azul; dabA Amor; enterAdo.
a: media.
La lengua se mantiene en posición de reposo, y las demás zonas de articulación, a suficiente distancia para dejar paso libre a la emisión del sonido; se percibe en sílaba abierta acentuada y en sílaba cerrada por consonantes no palatares ni velares. Es la *a normal., pronunciada con mucha abertura de los labios, el dorso de la lengua elevado hacia la parte media de la boca y la punta de aquella rozando el interior de los incisivos inferiores. Se percibe en sílaba abierta acentuada y en sílaba cerrada por consonantes no palatales ni velares. Seguida de ch, ll, ñ o y, o formando el diptongo ai, adquiere un timbre palatal; v. gr.: mAsa, pAta.
-- Como vocal media es aconsejada el fonema a por los alfabetos de la *Revista de Filología Española y el alfabeto de los Romanistas
a: nasal.
Perceptible sobre todo entre las consonantes nasales (mano); el velo del paladar baja para permitir el paso del aire, en parte, por la nariz; su grado de nasalidad no es com¬parable al del francés y del protugués, pero sí tiene plena intensidad en dialectos como el chileno, el mexicano o el andaluz.
a: palatal
Se produce ante consonantes palatales y adquiere las características propias de su articulación. Fónicamente se transcribe a, como aconsejan el alfabeto de *máquina de escribir., el alfabeto de los *arabistas. y en el de los sanscritistas.; v. gr.: Año, cAlle; es decir, la lengua poco tensa, se inclina ligera¬mente hacia delante (caña, baile); es una articulación parecida a a la del francés patte, pero su diferencia con la *a. media es tan débil que los fonetistas no han creído necesario crear un signo fonético especial para su representación en castellano. Se produce ante consonantes palatales y adquiere las características propias de su articulación.
a: relajada.
Se nota en sílaba abierta pretónica o postónica, en un lenguaje coloquial.
a: velar
Se articula con la lengua ligeramente inclinada hacia atrás y toma este matíz ante j, g, l, o las vocales o, u, (ajo, caótico); esta articulación no es tan velar como la a del fran¬cés ni como la del español regional de los catalanes. Aparece ante consonantes velares, de cuyo matiz toma algo y ante las vocales velares o, u.

"Z"


Z, 1. f. Vigésima séptima letra del abecedario español, y vigésima sexta del orden latino internacional, que, en la mayor parte de España, representa un fonema consonántico fricativo, interdental y sordo, distinto del correspondiente a la s; en casi toda Andalucía, así como en Canarias, Hispanoamérica, etc., se articula como una s. Su nombre es zeta o zeda.
Representa un sonido de articulación interdental, fricativo y sordo.

FON. En castellano antiguo, la z correspondía a una africada sonora. En el s. XVI se convirtió en interdental fricativa sorda. Para su articulación, la punta de la lengua se sitúa entre los incisivos, sin que se produzca vibración de las cuerdas vocales.

LING. La dzeta griega corresponde al zai fenicio, que en arameo significa arma; no obstante, la palabra es de origen iranio. La z habría existido antiguamente en latín, pero habría sido suprimida en la época del censor Apio Claudio (312 a.J.C.). Fue reintroducida hacia mediados del s. I a.J.C., para representar la s sonora en los préstamos del griego; se colocó al final del alfabeto.

ceceo.
Acción y efecto de cecear.
Fonét. Pronunciación de la S con una articulación interdental de timbre igual o parecido al de la C o Z actual. [Rodríguez-Castellano, 1933]
Patol. sigmatismo interdental, a extremidad de la lengua queda demasiado cerca de los incisivos o entre los dientes. [Ajuriaguerra, 1987]
Fenómeno estrechamente ligado a la transformación del sistema de sibilantes medievales del español; es un trueque que se extiende por las zonas de Andalucía siguientes: S. de la prov. de Huelva, la mayor parte de la de Sevilla, toda Cádiz, casi toda Málaga y el O. de Granada además de Las Alpujarras, entrando en la zona oriental de Almería
-- ¦ ceceo gitano. Fenómeno estrechamente ligado a ciertas capas sociales como son los gitanos. [Joäo de Barros]

cecear intr. Pronunciar las eses como ces, como peculiaridad lingüística de ciertas regiones o por defecto de pronunciación.

seseo. [Rodríguez-Castellano, 1933]
Fonét. Pronunciación de la C o Z como S, ya sea ésta corono-dental o predorso-dental (Andalucía), ya áfrico-alveolar (Cataluña, Valencia, Baleares).

zopas (inf.; con artículo sing.) n. Se aplica a la persona que cecea, por alusión a la manera de pronunciar la palabra «sopas».


"Y"

Y, f. Vigésima sexta letra del alfabeto. Se la llama «i griega» o, raramente, «ye». Letra griega correspondiente, ípsilon (U, u). En final de palabra o, en palabras extranjeras, en final de sílaba, suena como «i». En otro caso, es una consonante palatal africada sonora y se articula de manera semejante a la «ch», pero con más amplio contacto entre la lengua y el paladar y la punta de aquélla aplicada naturalmente a los dientes inferiores, aunque esto no es necesario. En algunas regiones españolas, especialmente en Andalucía, zonas de Toledo y en algunas hispanoamericanas, tiene sonido semejante al de la «j» francesa y antigua castellana; esto da lugar en Hispanoamérica a una discriminación de sonidos en palabras que, escritas en español unas veces con «y» y otras con «hie», se pronuncian siempre igual; por ejemplo, mientras «hierba» se pronuncia a la española, «yerba» (la hierba mate), escrita así, con «y», se pronuncia con esta letra al estilo de la «j» francesa.

• FON. En castellano antiguo, la z correspondía a una africada sonora. En el s. XVI se convirtió en interdental fricativa sorda. Para su articulación, la punta de la lengua se sitúa entre los incisivos, sin que se produzca vibración de las cuerdas vocales.

• LING. La dzeta griega corresponde al zai fenicio, que en arameo significa arma; no obstante, la palabra es de origen iranio. La z habría existido antiguamente en latín, pero habría sido suprimida en la época del censor Apio Claudio (312 a.J.C.). Fue reintroducida hacia mediados del s. I a.J.C., para representar la s sonora en los préstamos del griego; se colocó al final del alfabeto.

yeísmo m. Pronunciación de la «ll» como «y».
reglas de transcripción grafema-fonema

Este grafema representa la consonante fricativa palatal sonora // excepto cuando aparece en posición final de palabra, donde es interpretado como la vocal cerrada anterior /i/, no silábica, de los diptongos decrecientes tónicos; por ejemplo, hay, hoy, comboy, buey, Espeluy. En el primer caso no se necesita transcripción por la correspondencia entre los signos de las representaciones ortográfica y fonémica del DEFE.

Siguiendo la norma ortográfica, la regla que transcribiría y como vocal sólo debería especificar en el contexto siguiente al foco la marca de límite de palabra:

Regla 27 : y = i (primera versión)

Sin embargo, hemos constatado casos anómalos en la interpretación fónica regular de ese grafema. Existen los gentilicios fraybentino (de Fray Bentos, Uruguay) y chachapuyno, variante ortográfica de chachapoyano (de Chachapoyas, Perú), en los que y con valor de vocal aparece en posición interior. Además, tenemos ejemplos de extranjerismos (generalmente provenientes del inglés) acabados en y final cuyo plural es ys: cowboys, ferrys, gays, hobbys, rallys8.

Si queremos transcribir correctamente estos casos, debemos cambiar la información contextual de la regla. La letra y se interpretará como consonante // cuando precede a una vocal, de la que será ataque silábico; y se interpretará como vocal /i/ cuando no precede a una vocal, es decir, cuando está situada ante consonante y en posición final.

La Regla {y = i} convertirá y en su valor vocálico. En el contexto siguiente al foco de esta regla no indicamos la posición final de palabra, sino "distinto a vocal"9.

Regla 27 : y = i

Debemos comentar que la Regla {y = i} transcribirá una vocal en el contexto yr, para el que habíamos propuesto una pronunciación hipotética // al describir las reglas de transcripción de r. Preferimos mantener el valor de y como vocal en estos casos, porque un grupo // es más extraño en la lengua española que /i/10.